Cine, lo que vamos viendo. Cuatro reseñas (nº LXIII)

Fecha estelar:-305647.0
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Películas reseñadas:

- El contable (2016)
- Lazos de guerra (2004)
- El gran silencio (2005)
- Shin Gojira (2016)



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El contable (2016)
Dir. Gavin O'Connor

Hay que poner mucho de tu parte para que esta película resulte interesante o incluso buena. Ahora bien, si aceptas la premisa de partida y la deriva que se desarrolla después, a pesar de la torpeza del guion que pretende dar sorpresas pero que es tan torpe que no da ninguna, la película resulta un entretenido thriller que va derivando poco a poco hacia un rutinario film de acción.

Es más, es muy conveniente tomarse todo esto (por loca que la idea pueda parecer) como si de un film de mutantes se tratara, a lo X-men con un autista genio de las matemáticas que reparte ostias como panes. Vista así gana mucho más y no piensas en la ligereza con que se trata el tema del autismo, más concretamente el de su “control y tratamiento” a base de disciplina militar, que este asunto en la película casi que ofrece un tipo de lectura muy concreta y ya no estamos en los ochenta cuando existía mucha más libertad de la que hay ahora, subyugados como estamos por la dictadura de lo políticamente correcto.

Por otra parte, recae sobre Ben Affleck la responsabilidad de que la película no derive en la convencional película de acción. Y el caso es que se muestra más que solvente aunque se diga que poner cara palo, que es lo que necesita el personaje que interpreta, a Affleck no le debe costar. Pues no, es Ben Affleck quien sostiene la película para que quede, al menos, digna. En el polo opuesto está John Lithgow, no por el actor que es genial, sino por el papel que le han dado aquí, de vergüenza ajena en la última parte de la película.
6/10 - Interesante


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Lazos de guerra (TaeGukGi, 2004)
Dir. Kang Je-Gyu

Alabada película bélica coreana que particularmente me ha dejado bastante indiferente en base a que se le ven los mimbres de sus pretensiones desde el principio. Tal como muchos han mencionado, porque es cierto, es una especie de Salvar al soldado Ryan a la coreana para esta historia excesivamente larga de dos hermanos que son obligados a participar en la guerra de Corea desde su inicio, en 1950, justo cuando sabemos, porque se nos muestra, que forman parte de una especie de "happy family" que está saliendo adelante después de todas las dificultades. Y empezamos mal porque se ve perfectamente qué es lo que quiere el director, o mejor, pretende, lo que está sembrando en esta primera parte de la película a la que recurrirá despues para la recolección de emotividad a base a flashbacks posteriores.

Técnicamente está bien realizada y se nota que se han dejado pasta en extras, recreación y efectos, pero la película se alarga demasiado volviéndose muy repetitiva en las escenas bélicas de distancias cortas con poco avance de la historia, que son dos horas y media. El tremendismo que suele tener el cine coreano en las peleas cuerpo a cuerpo, alargado hasta el cansancio en ocasiones, no puede faltar aquí.

Al principio del conflicto, el primer año de guerra, la película se puede hacer interesante por mostrar este enfrentamiento desde el punto de vista de una de sus partes. Pero se profundiza muy poco en el conflicto más allá de indicar dónde se están produciendo los combates, las menciones de pasada a las intervenciones norteamericana y china y muy poco (algo hay y resulta maniqueísta) sobre una guerra entre las dos Coreas que son, esencialmente, el mismo pueblo. Nada de esto interesa demasiado al director, más pendiente de querer mostrar cómo la guerra transforma la personalidad de los protagonistas, el deterioro que produce y el sinsentido de la guerra. Eso sí, demasiadas alternativas se ven, alguna demadiado forzada, para que tengan lugar en solo un año.

El caso es que lo que se quiere contar, a mí, me aburre por cansancio y porque esta vez, por lo que sea, no consigue colarme la emotividad que quiere con tanto cliché, realce del dramatismo con elevación de la banda sonora y flashback de los buenos momentos a cámara lenta. Al más puro estilo del cine comercial americano.

5/10 - Pasable

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El gran silencio (2005)
Dir. Philip Gröning

Documental que se adentra en el monasterio que fue el primero de la orden de los cartujos, La Gran Cartuja, situada en la región del Ródano-Alpes a los pies de monte Grand Som.
No tiene una estructura narrativa clara más allá de querer mostrar el día a día de los monjes a lo largo de un año, que es lo único que queda claro, el paso de las estaciones.

Desde luego el documental resulta de lo más interesante si por tal se considera contemplar escenas cotidianas de la vida en un monasterio cartujo, una orden muy austera que dedica la vida monástica a la contemplación a través de la oración continua para llegar a un estado espiritual que aparece cuando se practica el silencio mental. La soledad es fundamental y para ello los cartujos se aíslan del mundo y de entre ellos mismos pasando muchas horas de oración diarias (hasta ocho he podido leer) en sus celdas individuales. Pero un monasterio también debe administrarse y la atención a los monjes, a las instalaciones, etc…, que para eso hay una estructura entre ellos entre los llamados padres y los llamados hermanos. Incluso la dificultad de llevar un silencio completo toda la vida se salva con algún momento semanal para el paseo con conversación fuera del convento durante unas horas o un momento anual también fuera del convento que dura todo el día. Parece que en el documental este último momento tiene lugar en las escenas de los monjes deslizando por la nieve.
¿Es posible saber todo lo anterior y otros muchos aspectos de la vida monástica de los cartujos, de su liturgia o del canto cartujano a partir del documental?

Al menos los cánticos sí se pueden escuchar pero la respuesta es, ciertamente, no. Y es el principal motivo de no tener una mayor consideración del film que, en mi opinión, solo se queda en interesante pues no soy persona versada en el tema. Lo que sí que ocurre es que el documental pica la curiosidad por tener un conocimiento más concreto de lo que se ha visto, porque lo que se dice didáctico, muy didáctico, el documental no lo es,..... ni lo pretende. Solo enseña lo que ocurre, en ocasiones como si se tratara de alguien que a los monjes espía o, en muchas ocasiones, procurando ser tan contemplativo como las escenas que muestra.Y es precisamente esta forma de mostrar que tiene el documental la puede ser un gran escollo dada su larga duración de más de dos horas y media. Así, al principio, todo resulta bastante fascinante para la vista interesada e ignota del tema. Ayuda, además, la belleza del lugar, el esfuerzo del cineasta por hacer encuadres interesantes, ceñirse a la iluminación natural o granular la película por la poca luz para conseguir un curioso efecto cuasi pictórico. Pero, llegando a la mitad del film, llegado el verano, todo lo que se ve y se está mostrando, todo se vuelve ya muy, muy repetitivo. Y se puede entender, porque la vida que llevan estos cartujos es lo que es y adentrarse en lo que sus mentes consiguen con la contemplación en su aislamiento no debe ser nada fácil, no es posible mostrar o ilustrar dado el formato elegido.

6/10 - Interesante
 
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Shin Gojira (2016)
Dir. Hideaki Anno, Shinji Higuchi

Desde que en 1954 la productora Toho estrenara Gojira (Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo) hasta la fecha de hoy, son 29 las películas sobre el monstruo atómico que han dependido de dicha productora. Luego está “esa cosa” que hizo Roland Emmerich y también la interesante película de Gareth Edwards del año 2014. Pero en estas dos películas la Toho ni pinchó ni cortó. Y también está la versión americana de la película original que fue mutilada al eliminar cualquier referencia antinuclear, pero esa es otra historia.
No es fácil acceder a absolutamente todo el material pero, desde luego, en las 28 películas anteriores sobre Godzilla, clasificadas en tres series (Shōwa, Heisei y Millenium), se ha podido ver de todo. En general son películas que van desde malas a pasables pero que tienen su aquel, muchas son películas malas que molan. Pero cuando llegó el año 2004, en el cincuenta aniversario de la primera película, la ida de olla ya fue muy considerable. Tanto que han tenido que pasar doce años para que la productora retome al monstruo pero borrando definitivamente todo lo anterior. Porque Shin Gojira es un reboot de la película original que inicia una nueva serie, que ya veremos cómo acabará llamándose, y de la que también parece que formará parte la película de animación que se anuncia en este año 2017 a cargo de Kobun Shizuno (Knights of Sidonia).
Para esta re-imaginación de la historia original se ha elegido a Hideaki Anno, responsable de la saga Evangelion (una curiosidad para los fans de Ghibli: Hideaki Anno es el seiyū de Jirô Horikoshi en Kaze Tachinu, -El viento se levanta, 2013- de Miyazaki) secundado en la dirección por Shinji Higuchi que es conocido por los malamente pasables live-action de Ataque a los Titanes y también de más cine de catástrofes. Las líneas básicas de la historia de la primera película se mantienen aquí, el origen del monstruo es diferente pero su aparición es la misma, pero se abandona toda aquella alegoría del desastre nuclear y de su impacto sobre el Japón. Aquí se utiliza la aparición del monstruo para centrarse en desarrollar, casi exclusivamente, las acciones gubernamentales encaminadas a afrontar la crisis y acabar con la criatura, acciones que están relacionadas con todo el aparato burocrático que los japoneses tienen que solventar antes de poder dar el primer disparo por parte de las fuerzas de autodefensa. Ver a los miembros del gobierno con el mono azul de trabajo por y para el pueblo y la ineptitud que muestran desde un principio no puede sino recordar lo ocurrido tras el desastre de Fukushima consecuencia del tsunami del 2011. Pero la crítica no se queda solo aquí, que también aprovechan bien la ocasión para mostrar su hartazgo respecto de la dependencia militar norteamericana o la injerencia de este país en sus asuntos. Y sutilezas hay pocas y sentido del humor mucho. En el asunto americano no se llega ni de lejos al glorioso extremo mostrado en The Host (2016) de Bong Joon-ho, pero tiene su gracia la representante “americana” que mandan al Japón, como también la tiene la mala leche con el destino de final de algunos. El grupo de crisis que se forma para encontrar una solución, que incluye al hombre-toalla, que parece una reivindicación continua del día del orgullo friki, es toda una declaración de intenciones sobre dónde está la verdadera solución al ataque del monstruo.
Ahora bien, todo esto no deja de ser más que una lectura entre líneas pues lo que verdaderamente importa es acabar con Godzilla. Lo que ocurre es que si no entras en todo este desarrollo la película puede resultar pesada en su duración, que Godzilla no sale tanto como pudiera parecer. También ocurría así en la película original donde la falta de ritmo era también muy patente. El homenaje a aquella está por todo del film, desde el principio, que es el mismo hasta que aparecen los rótulos ゴジラ, hasta la utilización de la mítica música de Akira Ifukube pasando por el diseño y movilidad del monstruo. También es cierto que hay alguna licencia no vista antes respecto del monstruo, más concretamente en las mutaciones que sufre o en la forma de utilizar el aliento atómico que tampoco es que moleste. Y también en un plano final de la cola del monstruo que deja qué pensar respecto de lo que pueda venir. Se puede pensar que se ha utilizado mucho cgi y es cierto, pero el monstruo sigue siendo en muchas ocasiones una gran marioneta. En cualquier caso, a pesar de que los efectos cantan en ocasiones (es marca de la casa en las películas de Godzilla) el resultado es más que aceptable en las escenas de acción y destrucción.
En definitiva, un relanzamiento japonés de la que es su franquicia por excelencia que resulta interesante y entretenido.

6/10 - Interesante


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Recuerda, amigo lector, que estas reseñas están basadas única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.





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