Hilando siete agujeros negros y cinco películas

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Aviso a navegantes: esta entrada contiene spoilers (algunos más serios que otros) de las películas que se comentan.


Atención, pregunta: ¿en cuántos títulos destacables del cine un agujero negro forma parte de una forma más o menos importante de la historia?

Pues, lo cierto es que no hay muchos casos que sean destacables. Si hacemos caso a Wikipedia, que tiene una entrada (en inglés) dedicada a los “agujeros negros en la ficción”, resulta que en el apartado de películas (no series de TV) hay una buena colección de bodrios con agujeros negros, y hay algún que otro caso que sí merece la pena reseñar. Tengo que aclarar primero que las películas que acabo de etiquetar de “bodrios”, no lo son en mi opinión, que no las he visto, pero la nota media que tienen en páginas como FilmAffinity o IMDb no se acerca al simple aprobado. Claro que con estas calificaciones se me hace muy cuesta arriba reunir las ganas necesarias para comprobar la veracidad de las mismas. Pero al menos sí que hay cuatro o cinco casos que pude ver en algún momento, que son reseñables y que se pueden hilar de alguna manera.

Como buen aficionado, reconozco que demasiado acérrimo a veces, del universo trekkie, es conveniente empezar con la “materia roja” que aparece en Star Trek, película dirigida en 2009 por J. J. Abrams. Esta “materia roja” liberada en forma de una simple gota es capaz de convertir en un agujero negro un planeta como Vulcano. Esto es así porque sí, aunque la coherencia con las propiedades de esta “materia roja” a lo largo de la historia no sea uno de los fuertes de esta película.










Capaz de generar agujeros negros y manejada con ¿una pipeta?
Por ejemplo, la “materia roja” lanzada sobre una supernova crea al principio del film un agujero negro del tamaño adecuado para que pueda entrar una nave como la Narada y así viajar en el tiempo y en el espacio para que la nave romulana aparezca precisamente donde están los padres de Kirk (que el Universo al final van a ser cuatro calles). Es un agujero negro del tipo “puerta tiempo-estelar no destructivo”.

La Narada emerge de un agujero negro

 Después la “materia roja” crea otro agujero negro en el planeta Vulcano, pero este sí que es “destructivo”. Engulle al planeta y, suponemos, el agujero seguirá en ese punto del espacio y en el catálogo de agujeros negros de la flota estelar.

A Vulcano le quedan tres telediarios
Al final de la película la “materia roja” crea un tercer agujero negro del tipo “destructor de naves romulanas” es decir, diferente al primero. Esto es así porque es lo que toca en la película aunque este este agujero negro no pueda destruir el Enterprise porque utiliza una antimateria de la clase especial que usan los buenos.

A la Narada le queda un telediario


Es lo que no perdono a este reboot de la saga. Aquí las cosas pasan porque sí, mandan a tomar por culo hechos e ideas canonizadas a lo largo de décadas (véase aquí el cachondeo con la teletransportación a distancias interplatanarias ¡a velocidad warp!) porque no son más que una excusa en una historia muy recomendable para el poco pensar que se estila hoy. Hala, ¡ya me he quedado más tranquilo!, que lo tenía que soltar, ya puedo dormir más tranquilo.


Horizonte final (1997)
Volviendo al tema de los agujeros negros. En Star Trek hemos podido ver que pueden ser creados por seres inteligentes, vulcanos en este caso. Por tanto, estos agujeros pueden ser considerados como "agujeros negros no naturales", creados con un fin. Este también es el caso del agujero negro de Horizonte final, interesante película a caballo entre la ciencia ficción y el terror, dirigida en 1997 por Paul W.S. Anderson. 
En este caso el agujero negro está en el corazón de la nave espacial Event Horizon, que ha reaparecido misteriosamente orbitando al planeta Neptuno después de su desaparición sin dejar rastro. Para intentar resolver el misterio de la nave se envía a Neptuno una misión capitaneada por Miller (Laurence Fishburne) con la colaboración del diseñador de la Event Horizon, el Dr. Weir (Sam Neill). Es a través del Dr. Weir que conocemos que la Event Horizon es un prototipo de nave cuyo motor gravitatorio crea un agujero negro artificial cuya gravedad curva el espacio, plegándolo, y permitiendo los viajes interestelares.




En el corazón del motor de la Event Horizón hay un agujero negro
Tenemos por tanto, un agujero negro artificial en el interior de una nave. De nuevo “tenemos que creer, ¡es necesario que creamos!” que es posible tener un recipiente para contener un agujero negro, así, sin más, tan sofisticado como el que contiene a la “materia roja”. Además, resulta que ha sido este agujero negro el responsable de que la nave se pierda un tiempo y luego reaparezca en Neptuno. Más tarde descubriremos que este agujero negro fue la puerta a una dimensión infernal de la que vino un ser consecuente con su dimensión y responsable del estado de la nave y de lo que les espera a los tripulantes que han ido a su rescate. La película empieza virar hacia el terror y a ponerse más interesante.

¡Mama, lo que puede salir de ahí!

 
El abismo negro (1979)
La idea de que un agujero negro es una puerta al infierno no es nueva. Es parte del disparatado final de El abismo negro (The Black Hole), de Gary Nelson. Se trata de una algo rara, curiosa y revisitable producción del año 1979. Tenemos aquí de nuevo una nave espacial de regreso a la Tierra después de unas largas jornadas de exploración. Es la Palomino (no es broma, se llama así) en la que podemos encontrar como parte de la tripulación a Anthony Perkins y a Ernest Borgnine. De pronto un robot que forma parte de la tripulación, V.I.N.CENT, detecta una nave perdida hace veinte años, la Cygnus, que está orbitando un agujero negro cerca de su horizonte de sucesos. En la Cygnus solo queda un tripulante humano, el Dr. Hans Reinhardt (Maximilian Schell) contentísimo de estar donde está. El Dr. Reinhardt gobierna la nave gracias a un montón de robots, unos de aspecto más humano que otros y con un lugarteniente-robot llamado Maximilian, que tiene aspecto de ser más malo que  la quina. La situación del Dr. Reinhardt es muy parecida a la del Dr. Morbius de Planeta prohibido (1956), siendo su intención que nada ni nadie le impida llevar a cabo sus planes, en este caso entrar en el agujero negro para poder pasar a una nueva dimensión.

La Cygnus y la Palomino, al fondo el agujero negro

No se puede negar que la Cygnus tiene amplios salones y ventanales

Anthony Perkins con el emblema de su nave. No era broma.

Lo poco que se puede reprochar a El abismo negro no es precisamente el paso del tiempo sino, más bien, lo típico de muchas producciones Disney, ademas de una dirección muy rutinaria. Que es un producto Disney se puede ver principalmente en el infantiloide aspecto de los robots V.I.N.CENT Y B.O.B. y lo pueril de muchas de las escenas en las que intervienen.

B.O.B. (pero no El Silencioso) y V.I.N.CENT (pero no Price)
Mención aparte merece la inutilidad de los robots guardianes de la nave, cinco puntos por encima de la de los droides de Star Wars y solo dos puntos por debajo de la mala puntería de los soldados imperiales. Sin embargo, muchos de los efectos especiales de El abismo negro todavía mantienen el tipo y la música de John Barry es muy destacable.
La representación del agujero negro al que finalmente caerá la Cygnus está más que inspirada en un huracán terrestre, aunque lo más alucinante, inesperado y “¿anda ya, de verdad me estás contando esto?” es la entrada en el abismo y lo que ocurre dentro del mismo.

Entrando hacia el abismo final, el agujero negro parece huracán


El nombre de la nave en El abismo negro, Cygnus, no debe ser casual. Es el nombre de una de las constelaciones del cielo del hemisferio norte, el cisne, en donde podemos encontrar la fuente de rayos-X denominada Cygnus X-1. Fue descubierta en 1964 y pronto este sistema binario fue postulado como un lugar donde se podría encontrar un agujero negro real al estar formado el sistema por una estrella supergigante azul que está siendo engullida poco a poco o por un agujero negro.
Parte de esta información la podemos conocer también a través del biopic de Stephen Hawking La teoría del todo (2014), dirigida por James Marsh. Una película que nos cuenta la convivencia entre el genial físico y su primera esposa Jane Wilde y, especialmente, la lucha y superación de ambos frente a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que padece Hawking. Una película simplemente aceptable gracias a las interpretaciones de Eddie Redmayne y de Felicity Jones pero que se queda muy corta pues solo se asoma muy tímidamente a los aspectos menos agradables de ambos y de su relación. Excesivamente blanca.

Representación artística de la situación en Cygnus X-1

¿El manuscrito de la apuesta?
Se puede pensar que La teoría del todo no tiene agujeros negros, aunque se habla mucho de ellos y tiene a uno de los más importantes físicos que ha dedicado gran parte de su vida a su estudio y comprensión. Y más concretamente, aparece Cygnus X-1.
En La teoría del todo se nos cuenta una de las aficiones de Stephen Hawking, el realizar extravagentes apuestas con sus colegas de profesión. Una de estas apuestas, la única que que podemos ver en La teoría del todo, la realizó con el también físico especialista en astrofísica y física gravitacional Kip Thorne. En 1975 Hawking apostó contra Kip Thorne que Cygnus X-1 no contenía un agujero negro. En caso de ganar, Thorne conseguiría una suscripción anual a la revista Penthouse, mientras que si Hawking tenía razón obtendría una suscripción de cuatro años a la revista satírica Private Eye. 
Cuando se comprobó que el objeto compañero de la supergigante azul tiene una masa comprendida entre 7 y 15 veces la masa del Sol, Hawking perdió la apuesta. Esto lo podemos saber en un momento de la película tal como muestran los siguientes fotogramas. Además, la película da a entender, o así lo he entendido, que Hawking tenía que comprar la revista y luego enviársela a Thorne.






Y aquí llegamos al final, a la única (por ahora) representación en el cine de un agujero negro realista y plausible. Otra cosa es lo que en la película acontece dentro del agujero. 
Kip Thorne ha sido el principal asesor científico y colaborador activo en la concepción de Gargantúa, nombre del agujero negro que aparece en la película de Christopher Nolan, Interstellar (2014). Incluso ha formado parte de la producción ejecutiva de la película. 
Pero de esta maravillosa película de Nolan, sobresaliente en todos los aspectos, ya he escrito un poco en una entrada dedicada a sus guiños a 2001, una odisea espacial y a las novelas de Arthur C. Clarke.







Gargantúa



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Recuerda, amigo lector, que esta entrada está basada única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales o de los inmortales que huellan el Universo.




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